¡A la orden, soldado de las ideas!Ramón BARRERAS FERRÁN(19/02/2008) 11:32 a.m.
No por esperada quizás, la noticia deja de golpearnos el pecho. Nacimos -al menos yo- con usted al frente y siempre lo ha estado, en las buenas y en las malas, en las alegrías y en los peligros.Nos hicimos la idea que es de hierro, que jamás se enfermaría. Pero como para todo ser humano, el tiempo es el tiempo y los años son los años. Por supuesto que preferimos verle en la trinchera o en la tribuna, en el combate frontal contra los gendarmes del imperio. Preferimos verle en la Plaza el Primero de Mayo, levantando la mano y saludando al -su- pueblo. Preferimos verle en las marchas revolucionarias frente a la Oficina de Intereses, mirando con odio a ese recinto con ratas amaestradas y pagadas en y desde la Casa Blanca.Pero la vida pasa. Y llegó para usted el momento del reposo, no del descanso, como advierte en la Reflexión que acabo de escuchar en la radio e hizo que viniera al teclado más temprano que de costumbre.A usted y a sus seguidores se lo debemos todo, sin edulcoraciones ni rimbombancias. Si hoy puedo escribir estas líneas es porque su obra social permitió que el nieto del herrero no estuviera aún frente a la fragua o dando golpes con una mandarria sobre el yunque para hacer herraduras. Como yo, hay cientos, miles, millones... Porque si Cuba es CUBA, así con mayúsculas, en cualquier parte del mundo, es fruto de su inteligencia, de su tesón, de su conducta, de su guía...Seguirá firme en otra trinchera, como advierte: la de las ideas. Más que nunca le necesitamos, porque la sociedad cubana -inteligente y sabia porque la Revolución que concibió e hizo se lo ha propiciado- hace preguntas y necesita respuestas. Son tiempos difíciles, pero dignos de ser vividos como afirmó una vez. Y el alcance de sus líneas escapa de la geografía del archipiélago. El mundo también sigue necesitándolo.No son los cargos ni los grados los que engrandecen a los seres humanos. Son las obras erigidas a su paso. Para usted "toda la gloria del mundo cabe en un grano de maíz". Porque es, genuinamente, grande. Ni siquiera los cargos y los grados dan autoridad. La autoridad se gana con el ejemplo, con el quehacer, con la sencillez, con el pensamiento límpido..., como usted ha sabido ganársela.Por todo eso, y por mucho más que me quedaría por decir, desde este humilde rinconcito cienfueguero, me paro en firme, levanto mi mano derecha a la altura de la frente como establece el saludo militar, y le digo en alta voz: ¡A la orden, soldado de las ideas!
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