Madre coraje: Una representación latinoamericana
Zulariam PÉREZ MARTÍ / Foto: Modesto
(10/07/2008) 11:00 a.m.
El hecho de ser madre la trajo a Cuba. Con sus 26 años de edad, Karla Waleska espera llevarle a su hija el mejor de los regalos: un título de médico. Orgullosa de estudiar en "esta tierra prodigiosa", como ella misma la bautizó, ansía graduarse para volver a los parajes de La Lima, Honduras. Técnica en Contabilidad, esta joven decidió echar a un lado el trabajo de una gasolinera para incorporarse al grupo de hondureños que vendrían a la Isla para formarse como profesionales en la especialidad. "Me enteré por los médicos cubanos sobre las oportunidades que ofrecía la embajada de este país y fui a inscribirme. Entonces comencé a buscar referencias sobre la Mayor de las Antillas y sus impactos en el mundo de las ciencias. Ese fue el comienzo de mi nueva vida, sí porque desde que llegué acá soy diferente", sentencia con el menor de los desenfados.Convivir con otras estudiantes en una misma residencia hace que los días pasen más rápidos y su estancia sea más placentera en el municipio de Rodas, perteneciente a la provincia de Cienfuegos, donde Karla junto con otros 39 becarios de Venezuela y Honduras viven los 10 meses del curso escolar. "No sólo recibimos docencia, también interactuamos con los pobladores, vamos a los ríos de la localidad y nos empapamos con la realidad cubana. Al principio tuvimos que adaptarnos a estas costumbres, pero con el tiempo ya somos uno más de aquí", afirma Carral, quien cursa el tercer año de la especialidad.Lejos de su familia e hija, la nostalgia suele profundizarse cuando llegan noticias de su país natal. "Es un sacrificio enorme, pues estoy perdiendo tiempo de compartir y ver crecer a mi Dulce María, de ocho años, creo que esa es la mayor de las pruebas. A veces el corazón se me pone tan chiquito cuando observo las cartas que desde Honduras ella manda, que siento miedo de morir. Sólo el hecho de saber que voy a serle útil a mi país me da aliento a continuar. Hay cosas que no podemos esquivar y ser médico es la mayor de mis metas", asegura con tanta emoción que, de vez en vez, alguna que otra lágrima cae sobre su cama. Aun cuando muchos piensan que vino en busca de encontrarse a si misma, prefiere decir que la idea surgió por pura vocación. "No creo en las casualidades, estoy en Cuba porque mi destino era éste y porque siempre he compartido las ideas de izquierda. A través del proyecto de formación de médicos latinoamericanos pude concretar mis aspiraciones, pues de quedarme en Honduras hubiera sido casi imposible, allí los estudios cuestan mucho. Y más cuando se es madre", agrega. Para Karla y los demás colegas que comparten la iniciativa cubana, el hecho de compartir su vida con los cubanos constituye una experiencia memorable. Incluso algunos de ellos refieren tenerlos como otra familia. A pesar de las distancias la mayoría de estos estudiantes mantienen relaciones con sus coterráneos."La vida del hondureño medio y pobre es dura. Ustedes sólo conocen las vivencias de los latinos a través de las noticias, pero yo he visto niños limpiar decenas de parabrisas por unas cuantas monedas que sólo les da para comer algo antes de ir a dormir, de igual modo he visto muchas mujeres tener a sus hijos en los pasillos de los hospitales públicos. Esa realidad nos alienta a ser mejores y luchar", asegura Karla.Al decir de los estudiantes el proyecto de formación de médicos vinculados a los municipios de la provincia ayuda a su familiarización con los pacientes y les brinda un mayor conocimiento sobre el contexto cubano. "El hecho de no estar en la capital provincial fue al principio una molestia para algunos, pero con el tiempo hemos comprendido lo útil de esta iniciativa, pues la mayoría de nosotros proviene de lugares campestres como éste, por eso, nos sirve de mucho el contacto directo con los rodenses. Así conocemos las patologías más frecuentes en este tipo de paciente y todo lo relacionado con la Atención Primaria de Salud", insiste la estudiante.A pocos días de salir de vacaciones y tener la dicha de ver corretear a su pequeña, Karla acaricia la última de sus cartas. Sabe que pronto la volverá a ver, aunque el sabor del compromiso de regresar a Cuba, después de las vacaciones, para formarse como médico, le indica que el camino aun está a medio transitar."Allá en Cortés, perteneciente al departamento de La Lima, hay muchos que me esperan orgullosos. Su espíritu llega cada noche, gracias a ellos y a Cuba soy una madre con aspiraciones, compromisos y futuro."A esa comunidad me debo y por eso, cuando regrese seré su médico de familia, aunque espero llevar conmigo a otros que como yo luchen por una Honduras diferente. Mi sacrificio lleva el nombre de mi hija y de los miles de hondureños que tienen sus vidas atadas a la miseria", concluye Karla.
Tomado de http://www.5septiembre.cu/
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